Hacerse preguntas a uno mismo es la forma de empezar cualquier proceso creativo.
Hacerse preguntas, sin esperar respuestas.
El binomio pregunta-respuesta, se convierte así en un eficaz monomio.
Las preguntas cuando flotan libres en la creatividad, te dan la oportunidad de discurrir por caminos no pisados, vírgenes, libres de prejuicios, pudiendo así disfrutar del propio camino sin tener en mente la obsesiva meta.
¿Acaso no se puede escuchar el vacío sin ver el silencio?
¿Son la escultura y la música dialectos de un mismo lenguaje?
En la oscuridad, ¿a dónde va la sombra de cada uno?
¿Tienen párpados tus orejas?
¿A qué suena un rayo de luz cuando lo haces vibrar?
¿Cuándo las formas y texturas se convierten en sonido?
¿Por qué intento delimitar vacíos-sonoros en la escultura?